Chris Evert y el Encaje Revolucionario

Con apenas 16 años, Chris Evert irrumpió en el US Open de 1971 no solo como una joven promesa del tenis, sino como pionera de un estilo que combinaba rendimiento y elegancia.

Aquel minivestido blanco de encaje, ajustado al talle con falda evasé y escote discreto, se convirtió en el símbolo más atrevido de la temporada: femenino sin perder fuerza. Más de cinco décadas después, sigue considerándose uno de los vestidos más icónicos en la historia del tenis, y cada vez que reaparece en redes sociales se vuelve viral.

Evert no solo ganó su primer partido profesional, sino que provocó un fenómeno cultural. Las gradas de Forest Hills se llenaron de emoción: abucheos, vítores y latas de cerveza volando tras cada punto de la joven floridana. Apodada “Cenicienta en zapatillas”, su imagen atrapó la atención de la prensa y del público, demostrando que la moda puede ser un arma dentro de la cancha.

Chris Evert y el encaje revolucionario

El diseño se atribuye al británico Ted Tinling, quien rompió con la rigidez deportiva de los años 60 y creó trajes que reflejaban la personalidad de las jugadoras. Tinling describió a Evert así:

“Tan femenina como el encaje, tan suave como el satén y tan resistente como las perlas”.

El vestido logró equilibrar delicadeza y movilidad, una combinación perfecta de comodidad y estilo.

Cuando Billie Jean King le dijo a la adolescente que “ya pertenecía al público”, Evert comprendió que su vida cambiaría para siempre. Ganaría 18 Grand Slams y protagonizaría una de las rivalidades más memorables con Martina Navratilova, pero fue esa primera imagen, vestida de encaje, la que marcó un hito: la moda deportiva empezó a ser audaz y bella.

Un legado vigente

Hoy, aquel vestido sigue inspirando tanto las pistas como las pasarelas. Marcas como Nike y Adidas exploran líneas femeninas, y diseñadores de Alta Costura recuerdan la audacia de Evert. Jugadoras como Coco Gauff y Serena Williams han rendido homenaje a ese espíritu con sus propios diseños innovadores en Wimbledon y el US Open.

La historia de Chris Evert demuestra que deporte y moda pueden elevarse mutuamente. Ese encaje no fue solo un atuendo: fue una declaración de intenciones y un símbolo de libertad, y cada “me gusta” en Instagram revive el instante en que una adolescente cambió el juego con un vestido delicado y revolucionario.