Cinco minutos con Pilar... “Cruzando la calle, entrando el Año”

1981, las primas Eunice y Mayra Pacheco López, nos invitaron a mi hermana Marisol y a mí, a formar parte de un Coro de Iglesia. - Pero no tenemos voz para cantar -, les advertimos…- Sí, sí la tienen, no se preocupen - nos respondieron. Total, que ellas, que, si eran de la “Vela Perpetua”, a la mera hora ni se quedaron, y nosotras, sí. Se llamaba “El Coro Vivaldi”, inició desde 1970 con el Padre Valerio Magnani (Italiano Siervo de María, de estatura corta, moreno claro, muy activo y simpático), le acompañaban los Padres: Egidio, Silvestre y Fray Alejo. Ellos también italianos, de estatura alta, rubios más serios, que supieron ganarse la amistad de “nosotros los jóvenes”, eran un imán en la comunidad de la parroquia de La Divina Providencia de Av. Ticomán, Delegación Gustavo A. Madero, cerca de la Basílica de Guadalupe, en la CDMX. Cuando nos integramos, lo dirigía la soprano Martha Sánchez (quién resultó ser hija de mis “Padrinos de Bautizo” y los muchachos se enamoraban de ella). Al órgano la acompañaba: El Maestro Abraham Alvarado, (quién después de varios ensayos, se enamoró de mi hermana, y se casaron). El Coro siempre estaba bajo la supervisión del Padre Valerio, quién año con año, organizaba el famoso “Concierto de Navidad”. Lo curioso es que de tanto ensayar Villancicos a 4 voces como: “El “Adeste Fideles, Los Pastores a Belén, El primer Noel, El Niño del Tambor, el Aleluya de Haendel, etc.” Comprendí que todos tenemos una voz para cantarle a Dios”. Y sentí orgullo de pertenecer, a tan bello proyecto artístico, pues me enseñó a ser respetuosa, a tener conocimiento de la música, a ser disciplinada, y lo más curioso, yo también encontré “Marido”. También ensayábamos Pastorelas…luego les platico en otra historia-, porque vivimos anécdotas divertidas…El Coro Vivaldi era famoso también, por la “Misa del último día del año, conocida como: “La Misa de Gallo”. Los integrantes del Coro tenían que contar con el permiso de sus familias, para ir a cantar cada 31 de Diciembre, primero al concierto navideño, que iniciaba a las 8:00 P-M. y terminaba 15 minutos antes de las 10.00 de la noche., y después, continuar con esta Misa”. Cuenta mi amiga, la Soprano Ma. De Jesús Quintanar, mejor conocida como “Chulina” (Y quién también, en este maravilloso Coro encontró Marido), que allá por 1979, después de haber cantado el último Concierto del año, el Padre Egidio, ya les tenía ponche bien caliente en jarritos de barro para no enfriar la voz, tomarse 10 minutos de descanso, en lo que la gente se acomodaba para continuar con la tan concurrida “Misa de Gallo”. ¡Imaginen el escenario!: Primero, “El pedimento de Posada”, con la Iglesia a obscuras. El Coro entraba dividido en dos grupos, uno salía a la derecha y otros a la izquierda, cantando “a capella” (ósea, a pura voz sin música de acompañamiento). Por cierto, los cantos de los peregrinos para pedir posada son de origen mexicano. Datan de 1587, con Diego Soria, fraile agustino del Exconvento de San Agustín de Acolman, Edo. de México, quién logró modificar la festividad de los pueblos indígenas que la dedicaban a Huitzilopochtli, “Dios de la guerra”, por esta tradición. Continuando con el relato, al terminar de cantar la Posada, poco a poco se encendían las luces de la Iglesia, junto con la homilía, se cantaban villancicos, el coro motivado, no paraba de cantar. Al finalizar La Misa, tanto el Coro como el Público, al unísono cantaban “Noche de Paz”. Así, entre aplausos, felicitaciones y abrazos por el nuevo año que estaba por iniciar, les dieron “las 11:50 P.M. ¡Qué barbaridad!, ¡Nos tenemos que ir a nuestras casas, el año nuevo nos espera! Por más que todos corrieron para dejar la Iglesia, entre agradecimientos y empujones, lograron salir; atravesaron el estacionamiento y, justo al cruzar la Av. Ticomán, de la Col. Lindavista de la Gustavo A.. Madero, se escucharon las 12 campanadas del nuevo Año. Así fue como: “Los Alvarado, Los Ochoa, Los Arceo, Los Hernández, Los Tena Y mi querida amiga Ma. De Jesús Quintanar, mejor conocida como “Chulina”, recibieron el año de 1980, en plena calle.
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El decreto 221 nació con prisa y murió en silencio. En diciembre de 2024 apareció como si fuera un descuido administrativo, con la intención de ampliar horarios para vender alcohol y abrir puertas especiales, bajo una reglamentación que nunca se concretó. Un -- leer más
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