Los trastornos alimentarios durante el embarazo se vinculan con asma en los niños

Una investigación identificó una relación poco esperada entre la nutrición durante el embarazo y la salud del recién nacido: los trastornos de la conducta alimentaria (TCA) en la madre incrementan la probabilidad de asma en la infancia.

No se explica solo por la herencia genética. La deficiencia de nutrientes y el estrés materno influyen en la formación de los pulmones del feto. Estos resultados plantean que el historial de salud de la madre traza una especie de “mapa invisible” que condiciona la capacidad respiratoria del bebé desde el nacimiento.

¿Por qué los TCA maternos se asocian con asma infantil? Lo más llamativo es que el aumento del riesgo no depende de la presencia de depresión. El efecto del TCA aparece de forma independiente, cuestionando la idea de que los problemas respiratorios en los bebés sean solo una consecuencia indirecta de otros trastornos mentales maternos.

El estrés y la falta de nutrientes alteran el desarrollo fetal y la maduración de órganos clave. Las hormonas implicadas pueden modificar el sistema inmunológico del bebé y la formación de sus pulmones durante la gestación, según reportó el estudio publicado en BMJ.

Además, las mujeres con antecedentes de TCA presentan una mayor frecuencia de partos prematuros. Estas condiciones comprometen la función pulmonar desde los primeros momentos de vida, favoreciendo la aparición de enfermedades respiratorias crónicas.

Riesgo independiente: la asociación se mantiene incluso sin ansiedad materna durante el embarazo.

Sibilancias tempranas: el riesgo de silbidos en el pecho en edad preescolar es 1.25 veces mayor.

Asma en edad escolar: la probabilidad continúa elevándose al llegar a la primaria.

¿Qué tipos de TCA maternos se relacionan con asma? Tanto la anorexia como la bulimia nerviosa muestran vínculos consistentes con el asma infantil. La evidencia no señala diferencias marcadas entre ambos trastornos al evaluar la salud respiratoria de los hijos.

En los primeros años de vida, la bulimia parece asociarse de forma particular con la presencia de sibilancias, que se observan con mayor frecuencia en hijos de madres con este antecedente.

El riesgo no desaparece con el tiempo: persiste tanto si el trastorno ocurrió antes como durante el embarazo, lo que sugiere que la severidad del TCA es un factor clave en el impacto sobre los hijos.

Cómo identificar los TCA durante el embarazo y qué hacer Para algunas mujeres, el embarazo puede vivirse como una pérdida de control corporal. El aumento del abdomen, lejos de generar bienestar, puede reactivar miedos relacionados con el peso, la imagen corporal y la identidad.

Conviene prestar atención a señales sutiles: temor intenso a pesarse en consulta, saltarse comidas con justificaciones constantes o sentir vergüenza por el embarazo. La Asociación Nacional de Trastornos Alimentarios (NEDA) advierte que estos pueden ser indicios de reactivación del TCA.

A esto se suma la presión social por ser la “embarazada ideal”, que puede llevar a comparaciones constantes, dietas excesivamente restrictivas o rutinas de ejercicio rígidas para evitar el aumento de peso necesario para el desarrollo fetal.

Dado que las consecuencias pueden ser importantes, buscar apoyo profesional es fundamental. Entre las recomendaciones de NEDA y MedlinePlus se incluyen:

Comunicación abierta: informar al obstetra sobre antecedentes de TCA para vigilar el crecimiento fetal sin estigmas.

Cuidado emocional: solicitar ser pesada sin ver la cifra si esto reduce la ansiedad.

Atención integral: trabajar con un equipo que incluya nutrición y terapia psicológica para abordar alimentación e imagen corporal.

Reconocer esta lucha interna es un acto de fortaleza. Pedir ayuda no es una debilidad, sino una forma efectiva de cortar ciclos dañinos y proteger la salud respiratoria y el bienestar de las futuras generaciones.

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